Arriba pueden ver el plano del jardín. Al ya extenso jardín original, en el siglo XIX se le agregó una nueva zona al norte que presenta características de los parques modernos. El recorrido comienza con la vista del antiguo jardín, cerca a la entrada se encuentra una bonita casa de te. Luego de pasar por una zona de árboles altos que ocultan lo que se halla detrás, podemos contemplar el gran lago. La casa de te que se encuentra en Nakajima, una isla cercana a la orilla, atrapa la mirada. Se puede acceder a la misma de varias formas, cruzando el viejo puente tradicional o el extenso puente moderno (118 metros) de madera de cedro que enlaza la isla junto con otra más pequeña llamada Konoji y que además conecta a ambas islas con la orilla, cortando en dos la sección principal del lago. Un tramo del puente posee una pérgola donde se enreda una glicina en flor. El ambiente es sereno. Podemos ver patos nadando tranquilamente en la superficie del lago. Disfrutan de la época, ya que durante todo el periodo que los shogunes Tokugawa reinaron junto con sus vasallos samurais, los patos eran cazados combinando la necesidad alimentaria con el entretenimiento típico de las épocas de paz, al igual que en
En la primera mitad del siglo pasado el jardín, junto con la ciudad de Tokio, sufrió daños devastadores. Una catástrofe fue el gran terremoto de 1923 que provocó decenas de incendios que acabaron con la precaria arquitectura de madera de la ciudad, y más de 100000 muertos. Pero la peor catástrofe ocurrió entre 1942 y 1945. Los bombardeos de la ciudad incluyeron a los jardines Hamarikyu, ya que pertenecían al emperador (¿un jardín objetivo militar? ¡Que mundo extraño!) Las fotos en sepia son imágenes del jardín hacia 1910, la de la derecha es una casa de te que no volvió a ser reconstruida, en su lugar hay actualmente una especie de kiosco.
La casa de te junto al lago data de 1707, aunque fue renovada en 1983. Es un sitio agradable, desde el deck de madera que la rodea podemos contemplar en paz el jardín. También podemos acceder al placer sencillo y tranquilo que envuelve el arte del te. El sitio se integra completamente con el exterior, la temperatura agradable permite correr completamente los paneles que constituyen las únicas y sutiles barreras que nos separan del afuera. Por supuesto, para estar aquí hay que dejar los zapatos (junto con el ego) afuera. Diluyendo así simbólicamente la individualidad podemos disfrutar de un simple momento de paz y armonía con los demás y el entorno, mientras tomamos un tazón de te.
Luego nos dirigimos al paseo junto a la bahía, desde donde podemos contemplar a lo lejos el puente Arco Iris.
En la dirección contraria se observa la silueta de
Ahora recorremos la zona adherida en la época Meiji, que comienza con una hermosa extensión de ciruelos en flor, hay gente que ha montado sus trípodes y cámaras fotográficas para registrar el esporádico momento. Siguiendo el camino hay un campo de flores amarillas, que comienzan tímidamente a florecer a final del invierno. El contraste es evidente, detrás se hallan los modernos edificios de Tokio, que nos vuelven a recordar que los tiempos han cambiado.
3 comentarios:
PD: todavía no le agarro la mano a la carga de imágenes, la foto en sepia de la derecha viene a ser la que quedó más abajo
Prashin y Laura: Che, corta la publicacion. Necesitamos mas.
Saludos Sergio
Si Sergio, es verdad, estamos en eso, un poco de paciencia. Hacer cada entrada nos lleva su tiempo porque somos un poquito meticulosos. Aqui va el anuncio: esta semana vamos a subir una sobre el arte de los kimonos, otra de dragones y jardines, y otra sobre el templo Kiyomizudera de Kyoto.
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