lunes, 2 de julio de 2007

Kiyomizudera: el Templo del Agua Pura

El templo más famoso de Kyoto tiene su origen en un sueño. Una noche del año 778, Enchin, un monje proveniente de Nara, la capital de entonces, tuvo una visión mientras dormía. Se le indicaba en el sueño que tenía que encontrar una cascada de aguas cristalinas, y para ello debía remontar un arroyo que descendía del monte Otowa. Kyoto no existía aún, pero el monje se dirigió igual hacia allí, se internó en el bosque que cubría la ladera de la montaña, remontó el arroyo y encontró a Gyoei, un viejo sacerdote que ahora vivía como asceta en ese lugar. Cerca de allí divisó entre la niebla una cortina de agua clara, el sueño se había convertido en realidad.

Gyoei le sugiere hacer una pequeña ermita en el lugar en honor a Kannon, la deidad budista femenina de la bondad y la misericordia, además le da un tronco de madera que estaba poseída por el espíritu de Kannon para que realice una escultura de la misma. La choza pronto fue construida, pero Enchin no pudo encontrar durante mucho tiempo la suficiente inspiración para tallar la imagen de Kannon.

Así pasan dos años. Una mañana ve a un guerrero cazando venados en el bosque que rodea la cascada. Era el famoso general llamado Tamuramaro Sakanoue que buscaba un venado para su esposa embarazada, en ese tiempo se creía que la sangre del mismo ayudaba para el parto. Enchin se da cuenta que el guerrero ha cazado un venado y lo sermonea duramente por matar al animal. El general, conmovido, se convierte al budismo y construye un templo en honor al agua pura de la cascada, el Kiyomizudera, Kiyo pura, mizu agua y dera la terminación que indica templo. El acto piadoso inspira a Enchin para que concrete su escultura de Kannon, una vez terminada la entroniza como deidad principal del templo. La construcción del mismo demanda mucho tiempo y esfuerzos, es concluido en el 798, unos años después de la fundación de la nueva capital en Kyoto. El edificio original duró hasta 1629 en que fue destruido por un incendio, siendo reconstruido en 1633.

Hoy es un inmenso complejo que comprende más de 20 edificios. Decidimos comenzar por allí nuestro descubrimiento de la fascinante arquitectura religiosa de Kyoto. Para ello nos dirigimos a las estribaciones del monte Otowa, al este de la ciudad. Nos bajamos del colectivo y para encontrar la cascada remontamos el arroyo, ya no de agua sino de gente. De repente el paisaje cambia por completo, nos encontramos caminando por una angosta callejuela flanqueada por las casas urbanas tradicionales. En apenas unos cuantos pasos hemos pasado de la moderna a la antigua Kyoto. Siguiendo por allí, más adelante pasamos por el sector donde se encuentran los comercios que venden souvenirs y alimentos y objetos tradicionales.


La callejuela termina y la visual se amplía enormemente, allí tenemos la panorámica sugestiva de la entrada del complejo. Es un lugar fantástico, imponente, a cada paso descubrimos una perla más de la diadema del complejo.

La sucesión de amplias escalinatas nos llevan primero hacia la Puerta de los Dos Reyes (izquierda de la foto), sobre una plataforma elevada se erige este colorido edificio que tiene más de 500 años. En sus escaleras dos grandes leones protectores contrastan con la delicada presencia del cerezo florecido.



Más atrás (derecha de la foto) se encuentra la Puerta del Este, de 400 años de antiguedad. Como la anterior, su techo es de corteza de ciprés y está pintada de rojo y blanco, lo que alude a sus orígenes chinos. Detrás de la misma se encuentra la pagoda de tres pisos Sanju no to, la más alta en su tipo de Japón, cuya figura esbelta atrapa la atención.

Detrás de la pagoda hay una serie de edificios menores, generalmente no abiertos al público. Un poco más allá y nos encontramos en el Hondo, el edificio principal del complejo, y que aparece en todas las fotografías. Es enorme, tiene casi 60 x 30 metros. Lo particular de este edificio es su edificación sobre 139 altas columnas de madera que se apoyan a su vez en bases de piedra, sin ningún tipo de cemento. Además la terraza que se asoma al precipicio y mira al sur le da un carisma particular. Allí se representaban danzas en honor de Kannon. El sur es justamente la dirección de la tierra sagrada de Kannon, llamada Fudaraku. De acuerdo a antiguas escrituras, esa tierra es en realidad una montaña, y por lo tanto los templos dedicados a Kannon se construyeron en las laderas de las montañas, con este tipo de terrazas extendidas sobre el acantilado.

El templo está rodeado por galerías de madera. Su parte más interna es oscura y su piso es de piedra, allí se encuentra oculta la estatua de madera que hizo Enchin y que se expone cada 33 años (cualquier relación con la edad de Cristo es pura coincidencia.. ¿no?)

La parte delantera del templo es la amplia terraza de madera que fluye, se integra completamente con el exterior y ofrece una vista inigualable de la ciudad.





Hacia el sur podemos observar la misteriosa silueta de la pagoda Koyasu noto, que emerge entre los árboles.

Siguiendo esta peregrinación dentro del templo, y dando una vuelta en L, pasamos por otros edificios menores. El más importante es el Okuno In, emplazado en el lugar original de la primitiva ermita. También posee una terraza desde donde podemos observar la magnífica figura del Hondo. Allí se encuentra la estatua dorada de Buda en una de sus tantas formas, las personas que acuden al lugar le tocan la cabeza como es costumbre.




Finalmente, justo a 15 metros debajo del Okuno in, se encuentra la famosa cascada que le da el nombre y significado al templo: la otowa no taki o cascada del sonido de las plumas. El agua baja por tres canales de piedra que se encuentran en la parte superior de un pequeño pabellón donde la gente puede tomar el agua que nos recuerda al legendario elixir de la vida. Hay que elegir un chorro (la codicia por tomar de los tres acarrea el efectos negativos, como todo abuso) y beber de él con un tazo de madera, provee salud, longevidad y, desde tiempos recientes, éxito en los estudios. El agua cae finalmente unos metros más abajo en una fuente de piedra.


La cascada emerge en el corazón del santuario, allí derrama sus aguas marcando el centro espiritual del complejo, parece estar protegida por la sucesión de edificios como también por la misma geografía. El Kiyomizudera es “realmente” un templo de ensueños que se originó con un sueño. Cae la noche, ahora el manantial sagrado y su templo pueden volver nuevamente a su antigua soledad.

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