viernes, 6 de julio de 2007

Kimonos, el arte de vestirse de naturaleza

Si caminamos por cualquier ciudad japonesa podemos observar que la gente lleva vestimenta occidental, como la que podemos encontrar en cualquier lugar de occidente. Resulta difícil creer que el kimono constituyó la vestimenta típica de este pueblo por tantos cientos de años. Pero hagamos un poco de historia...

Después de la 2° Guerra Mundial Japón sufrió una invasión de costumbres foráneas y la manera de vestir cambió. Esto sumado a los costosos precios que tienen los kimonos hace que hoy en día no sean de uso cotidiano, se ven en raras oportunidades. En la actualidad se usan para ocasiones especiales y ceremonias, como en cumpleaños y casamientos.

Generalmente están hechos de lino, algodón o seda. Los kimonos varían según la edad de quien los lleve, el estado civil, las estaciones y las circunstancias. Así por ejemplo las mangas del kimono de una mujer soltera son anchas y largas, pueden llegar casi hasta los tobillos, y son de colores bien llamativos. Por el contrario las mangas de una mujer casada son más cortas y los colores más sobrios.

En verano para los festivales se usa la yukata, un kimono ligero de algodón, generalmente de colores alegres, los azules y blancos son tradicionales.

El Kimono no tiene botones, el lado izquierdo se cruza sobre el izquierdo y se sujeta a través de una faja ancha que se llama obi. El ancho y largo del mismo varían mucho y las formas de atarlo atrás en la espalda también (según las ocasiones). En los pies se usan medias con separación para el dedo gordo llamadas tabi. Se acompañan con sandalias de madera llamadas geta.








Si vamos mas atrás en el tiempo encontramos uno de los momentos donde hubo gran preocupación y entusiasmo por la confección de esta vestimenta y la combinación de sus colores…El escenario es la ciudad de Kyoto, rodeada de colinas bajas, atravesada por ríos, y el cambio de las estaciones. Durante la época Heian (794-1192) el teñido de las telas y la confección de los kimonos era una de las actividades principales en la vida de las mujeres de la nobleza. La preocupación por esta actividad está reflejado en la floreciente literatura femenina de la época como el Genji Monogatari (El cuento de Genji) escrito por una mujer de la nobleza: Murasaki Shibuku.

La nobleza Heian no solo contemplaba sino que recreaban el sentimiento de la naturaleza en sus vidas. Ellos estaban enamorados de los colores de las plantas, flores y hojas y esto condujo a extraer el tinte de las plantas para poder recrearlos en sus vestimentas. Crearon el kasane no irome que significa literalmente “combinaciones de colores” del kimono, y se refiere a la particular forma que la prenda estaba compuesta para crear efectos de colores hermosos. Cuando la persona se movía se producían sutiles variaciones de tono.

Una manera era vestir dos o más capas de prendas de diferentes colores. Otra forma era vestir un kimono que tuviera el forro y la parte externa de diferentes colores. Como no todas las plantas servían, como por ejemplo la flor del cerezo, para extraer su tinte, para poder recrear su color, se vestía un kimono cuya parte interior era roja y su parte exterior blanca, el efecto traslúcido era un rosa pálido que se asemejaba a la flor del cerezo. Estas combinaciones se llamaban kasane y las posibles combinaciones eran muchísimas. Se crearon diferentes kasane para recrear cada estación. La nobleza Heian vestía kimonos de rosa pálido en abril cuando florecen los cerezos y en mayo lila cuando florecen los iris.

Otra forma de recrear diferentes tonalidades era realizar el teñido de tal forma que mostrara diferentes graduaciones del mismo color. La vestimenta formal de la nobleza se llamaba Juni-Hitoe y consistía en doce capas, cada capa era un kimono con tonalidades diferentes de un mismo color.

A través de los colores se podía distinguir a los diferentes estratos sociales. La nobleza se inclinaba particularmente por el uso del púrpura. Los estratos mas bajos usaban el azul, las personas que trabajaban en el campo vestían de azul porque se creía que el azul ahuyentaba las víboras, es así como este color se hizo popular entre la gente del común.

Lo asombroso es que los kimonos transforman en algo bello lo que naturalmente no tiene mucho atractivo. Cualquier persona, aunque no este agraciada físicamente, al vestirse con un kimono se verá tan transformada que puede parecer una persona completamente diferente. Una de las cosas que mas me llama la atención es que para cosa hay una ceremonia, la ceremonia del te es conocida, pero para ponerse el kimono hay una ceremonia similar. Yo había observado que en la ceremonia del te cada movimiento no estaba librado al azar, no se puede hacer cualquier cosa, hay determinadas formas de tomar el tazón, de limpiar la cuchara, de apoyar la cuchara, de servir, hay un saludo, con el kimono lo mismo. Ponerse el kimono no es como ponerse una remera y ya está. Cuando uno se empieza a introducir en ese mundo todo tiene el mismo espíritu que la ceremonia del te.

En la clase de kimonos lo primero que me hace hacer la profesora es saludar con una mutua reverencia, una inclinación. Luego colocó los diferentes elementos del kimono acomodados como deberían estar y me fue diciendo sus nombres, qué tenia que tomar primero, cómo debía tomarlo, como debía pasar los diferentes cintos, sentí como que todo estaba imbuido de otra cosa que estaba más allá de lo aparente, me sentí trasladada en el tiempo. Hacer de algo simple todo un mundo es una característica del arte y la estética japonesa, es encontrar en un pequeño punto, todo el universo.

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