Estaba sentado tranquilamente en un sillón del living del departamento (vivimos en el primer piso) cuando siento que el piso se mueve, claramente, provocando una especie de sonido silencioso. La llamo a Laura y le digo: “Sentís?”. Es como que al principio no nos damos cuenta (a pesar de que el movimiento es muy obvio) por la sencilla razón de que nunca habíamos pasado por esa experiencia. En nuestra mente no hay registro de que la tierra pueda moverse, hasta que pasados unos instantes, aparecen los pensamientos: “Estamos en Japón, es un terremoto!”. Un poco de susto, y de liberación de adrenalina, se siente el ruido de algunos objetos al moverse, y al cabo de medio minuto, la tierra vuelve a estar tranquila. A la tarde se vuelve a sentir, alrededor de las 15:30, pero es mas leve y dura un poco menos.
No pasan 5 minutos del temblor y en la televisión se ven las primeras imágenes, se observa como tiembla una cámara (que pensamos debe ser del sistema de control sísmico), ¡y como temblaba! Una de las recomendaciones ante estas catástrofes es mantenerse en el interior de las viviendas y encender el televisor, por donde comunican a toda la población lo que ha sucedido y los pasos a seguir en el caso de que haya sido un fenómeno local.
Así que nos enteramos que el epicentro estuvo en el mar del Japón frente a las costas de Niigata, la prefectura vecina que está al norte de Nagano. En el enlace inferior de GoogleMaps podrán ubicarse (por alguna razón misteriosa, deben hacer click en un recuadro vacío que está arriba, debajo del título de esta entrada, perdón por los inconvenientes). La flecha verde indica la localización de la ciudad de Nagano. Al norte, y pegada a la prefectura de Nagano, se encuentra Niigata.
El anterior terremoto fuerte fue hace muy poco, el 25 de marzo, en la misma región, en la prefectura de Kanazawa, aunque por la forma en que se propagó el temblor afectó más que nada a la ciudad de Toyama. Pueden ver en la imagen inferior de Google Hearth la localización (aproximada y casera) de ambos epicentros, la ciudad de Toyama (a la derecha del epicentro del primer terremoto) y Nagano (centro de la imagen), situada a menos de 90 km del epicentro. Para que los rosarinos se den una idea, es como si el epicentro hubiera sido en Ramallo. En ambos casos la propagación del sismo se produjo desde el epicentro hacia el noreste, en diagonal. Según lo que podemos entender, eso se debe a la forma en que están ubicadas las placas tectónicas que están chocando y originan los temblores, en este caso la placa ubicada al sudeste de la zona se “sube” encima de la placa ubicada al noroeste. Espero que se entienda. Desde 1930 más o menos ocurrieron en la zona 7 terremotos, los dos últimos este año, ¡que puntería la nuestra! El último alcanzó los 6.8 en la escala Richter. Una de las cosas que me enteré a raíz de esto es que esa escala, la cual se utilizó para medir el fenómeno en este caso, es una fórmula matemática que sirve para medir la magnitud o amplitud del temblor y no la intensidad como en el caso de la escala Mercalli que consiste en la observación de los efectos físicos del temblor. Además, fue desarrollada en California y se le critica que sólo puede dar cuenta con exactitud del fenómeno en esa precisa región, es decir, que tiene en cuenta la configuración física del lugar. Para los que quieren satisfacer un poco su curiosidad científica, prueben en este sitio de
La imagen inferior muestra la ubicación de la ciudad más afectada, Kashiwazaki, en relación al epicentro. Cerca de allí se encuentra la central nuclear (la energía eléctrica de Japón proviene en su mayor parte de centrales nucleares) que sufrió un incendio (debido al terremoto) en uno de sus transformadores. A pesar de que fue controlado en un par de horas, se admitió que se había volcado agua radioactiva al mar de Japón, aunque aclarando que el índice de contaminación era bajo e inofensivo (dentro de unos años sale un nuevo Godzilla de allí).
Muchos testigos de grandes catástrofes como ésta admiten que han sentido una gran euforia mientras pasan por la misma, lo recuerdo muy bien en el caso de los que sobrevivieron al atentado a las Torres Gemelas. Creo que la mayoría de la gente siente así, uno luego que todo pasó se queda con cierto deseo oculto y retorcido de que el hecho vuelva a pasar, y es que el cuerpo reacciona a la medida del evento, una gran energía es disparada, química y psíquica si podemos hacer la diferencia, y eso es justamente lo que nos hace vivir el momento con gran intensidad. Para decirlo más sintéticamente, esos momentos son críticos pero nos despiertan. Realmente esa energía que se despliega es lo que nos permite sobrevivir a momentos de crisis y peligro. Al mismo tiempo el terremoto nos recuerda varias cosas: lo grandioso que es el planeta que habitamos, la gran fuerza que se halla en la naturaleza y el necesario respeto y humildad que debemos tener quienes vivimos aquí, en el hogar planetario.
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