lunes, 18 de febrero de 2008

En una ciudad del sur...














En el sur de la isla principal de Japón, Honshu, hay una bonita, populosa y moderna ciudad. Recostada sobre una hermosa bahía, esta surcada por seis ríos. Es la sede principal de la fabrica Mazda. Llama la atención su dinamismo y energía. En el centro comercial hay inmensos shoppings y extensas galerías cubiertas repletas de negocios y gente caminando, comprando, trabajando y comiendo. Una red de modernos tranvías enlaza toda la ciudad. Un imponente edificio de 150 metros, el NTT Credo Motomachi Building domina el skyline de la ciudad, parece haber sido construido recientemente pero ya va a cumplir 15 años. A poco de estar nos hemos percatado de una ausencia: no se ven por ninguna parte edificios antiguos. Altas torres de oficinas, lujosos hoteles, museos y parques completan la estructura de esta ciudad sureña, que parece no tener pasado, parece haber sido construida de una sola vez, como sacada de la nada.

Por debajo de ese atractivo paisaje urbano se esconde una triste historia, quizás el mas oscuro episodio de la historia de la humanidad. En el mismo centro de la ciudad hay un parque, allí se encuentra la respuesta a esa contradicción. En un costado vemos el primer edificio que tiene más de 90 años, pero esta derruido. Se puede ver la estructura de hierro de lo que fue la cúpula, pedazos de mampostería están desparramados a los costados, es lo único que contrasta con un entorno tan moderno y ordenado. El edificio había sido inaugurado en 1915 como Salón de Exhibición Industrial de la prefectura, 30 años después se convertiría en uno de los pocos edificios sobrevivientes a la explosión de la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima una agradable mañana de verano.

El edificio sobreviviente se yergue como testigo mudo de la explosión y lo que prosiguió

El mismo edificio antes de la explosión

El carácter de la ciudad moderna no es muy diferente del previo a la catástrofe, al menos en cuanto a su dinamismo y energía. Hiroshima había sido fundada en el siglo XVI, y a finales del siglo XIX se había convertido en una de las ciudades más importantes en un Japón que se esforzaba por modernizarse, adquirir modos de vida occidental y jugar un papel de liderazgo en el este asiático. Esa circunstancia influyó en su desarrollo, ya que la guerra contra China comenzada en 1894 había impulsado su crecimiento económico, al mismo tiempo que la convertían en una base y puerto principal para el embarque de tropas con destino al continente. Hacia 1920 Hiroshima ya contaba con los servicios de una ciudad moderna, una red de tranvías (la predecesora de la actual) y un avanzado planeamiento urbano. Así adquirió un perfil industrial, militar y también educacional: la educación básica en 1900 alcanzaba al 99 % de la población en edad escolar. En las primeras décadas del siglo XX se habían fundado y establecido varios institutos educativos dándole a Hiroshima el mote de “ciudad de la educación”.

A partir de 1935 el militarismo fue creciente y se notaba en la radicación de bases militares en la ciudad, llegando a alcanzar el 10 % de su suelo. En 1937 comenzó la segunda guerra chino-japonesa, luego vendría el ataque a Pearl Harbour en 1941. Con el comienzo de la guerra del pacífico, el estado militarista movió a la población entera a un largo sacrificio para poder ganarla. La necesaria racionalización de los recursos hizo que se implementaran bonos y cupones para cambiar por ropa, azúcar y otros artículos de primera necesidad. Pequeños lujos eran considerados una aberración y se realizaban continuas colectas entre la población para juntar metales con el fin de fabricar armas. Los niños de la escuela primaria fueron enviados a vivir en forma colectiva en templos rurales, una especie de evacuación de larga duración. Debajo vemos uno de esos sitios, algunos familiares han ido a visitar a sus hijos.

La gran cantidad de conscriptos y muertos por la larga guerra obligó a los jóvenes de la escuela secundaria a sustituir la mano de obra en huertas y granjas con el fin de mantener una producción de subsistencia. Todo eso estaba organizado por el gobierno a través del municipio como un servicio civil, se denominaban “Cuerpos de servicio estudiantil”. Muchos trabajaban en fábricas de suplementos militares, otros atendían incluso servicios municipales como conducir tranvías por ejemplo. Un grupo bastante grande se encargaba de tareas de demolición: como toda ciudad japonesa de entonces tenía la mayoría de sus casas realizadas en madera, los crecientes bombardeos incendiarios en varias ciudades de Japón habían impulsado la tarea de crear amplias avenidas cortafuegos de 100 metros que atravesaban la ciudad. El 6 de agosto de 1945, 8400 estudiantes de secundaria habían sido movilizados para trabajar en los sitios de demolición liderados por sus maestros cuando…


(Continuará)

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