La investigación para desarrollar una bomba atómica comenzó durante 1939 en los Estados Unidos. La motivación la constituía el miedo de que
Aunque los temores hacia Alemania con el transcurso de la guerra se desvanecieron totalmente (aunque afloró el horror del holocausto al final de la misma), la flecha ya había sido disparada. Esa fue la razón por la cual en septiembre de 1944, cuando la situación en Europa se empezaba a afianzar a favor de los aliados, el presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill acordaron que la bomba debía ser usada contra Japón. Inmediatamente, en Utah, un grupo especial bajo el mando del coronel Tibbets se formó y empezó a hacer los preparativos para el bombardeo con un avión B29. En el escenario de la guerra del Pacífico, recientemente los japoneses habían perdido las islas Marianas, era un sitio estratégico para poder bombardear Japón. Desde ese momento la caída japonesa se aceleró, la guerra submarina diezmó la flota mercante y dificultó muchísimo el abastecimiento. La propaganda oficial japonesa por supuesto seguía asegurando el triunfo, aunque la realidad era muy distinta, Japón estaba sin capacidad de respuesta. En febrero de 1945 cae Iwojima. En abril comenzaba la toma de Okinawa. Ese mismo mes muere Roosevelt. A partir de ese momento se convierte Truman en el responsable de la finalización del proyecto atómico.
En mayo de 1945 comienzan las reuniones del comité que elegiría el objetivo. En principio el criterio era seleccionar aquellas ciudades que por su topografía maximizaran el efecto de la explosión. Mientras tanto millones de japoneses, hombres y mujeres, niños y ancianos, tanto soldados como artistas, filósofos, campesinos y obreros continuaban la dura vida de los últimos meses de la guerra. Jamás imaginaron que un pequeño grupo de personas del otro lado del océano estaban decidiendo su suerte, como en un cruel juego de dados. La ciudad donde habitaban, donde habían crecido y disfrutado de los tiempos de paz se había convertido para el comité estadounidense en algo frío, un objetivo, un mero punto negro en el mapa. El 11 de mayo se reduce la lista de objetivos a 4: Kyoto, Hiroshima, Yokohama y Kokura. La lista cambiaría mas tarde. El 28 de mayo se prohibieron los bombardeos aéreos en esas ciudades con el fin de poder observar fielmente los efectos de la explosión. Sus ciudadanos pensaban que tenían una gran suerte, permanecían intocables mientras otras ciudades eran destruidas por los bombardeos incendiarios. Kyoto se sacó de la lista por su papel simbólico para el pueblo japonés. Como sede de la familia imperial y la corte durante más de mil años, su destrucción hubiera dificultado la ocupación del territorio.
Mientras el verano avanzaba, los últimos eventos de esta triste historia se desarrollan vertiginosamente. El 16 de julio de 1945 se realiza exitosamente el primer test en un desierto de Nuevo México. El 25 de julio se da la orden de arrojar la bomba. El mismo día llega el artefacto (foto derecha) a la isla de Tinian, en las Marianas. La tripulación del B29 se encontraba allí desde principios del mes. El 26 de julio se demanda la rendición incondicional de Japón. No hay respuesta. El 2 de agosto se define la fecha del 6 de agosto para arrojar la bomba, la última lista de objetivos potenciales tiene tres nombres: Kokura, Nagasaki e Hiroshima.
Llega el día fatal, a la 1:45 de la mañana despega el B29 que el coronel bautiza con el nombre de su madre: Enola Gay. Ironías humanas, en el vientre lleva la muerte, no la vida. El “Pequeño muchacho” (así habían bautizado a la bomba) que llevaba dentro iba a cegar la vida de miles de personas. El viaje duraba 6 horas y media. En la imagen inferior podemos observar el recorrido.
Mientras se desarrollaba el viaje, el copiloto Robert Lewis anotaba lo sucedido en un diario
“El Viejo toro (así le llamaba a Tibbets) muestra señales de haber tenido un día duro. Se merece una cabezadita”.
“04.25. Me pasa los controles del avión”.
“07.24. Tibbets habla. Sólo dice dos palabras: Es Hiroshima”.
Se había confirmado el objetivo, la suerte de la ciudad estaba sellada. En esas instancias, todo se resumía en una cuestión metereológica: si hubiera estado nublado sobre Hiroshima, le hubiera tocado el turno ese día a Nagasaki o Kokura. Mientras esto pasaba en el Enola Gay, en Hiroshima la noche había sido sobresaltada. A las 0:25 había sonado un alerta. A las 2:10 se levantó. Otra sirena suena a las 7:09, el descanso había sido muy corto. La provocó el avión de reconocimiento que inmediatamente le daría la información a Tibbets. A las 7:31 fue levantado el alerta. Los ciudadanos salieron de los lugares de refugio, públicos o privados, y se prestaron a comenzar el día. Muchos comieron el último desayuno. Un rato más tarde una campana sonaba en
En la foto de arriba podemos ver una maqueta del distrito más cercano al centro de la explosión, antes de la misma. En la parte superior se encuentra el blanco, fácilmente visible desde gran altura
Por este mismo cielo
pasó el Enola
Gay luego de
arrojar la bomba
Prosigue el diario de Lewis:
“08.14.El coronel nos ordena que nos coloquemos las gafas especiales Polaroid contra el fogonazo”.
“08.15, las compuertas del compartimento de bombas del Enola Gay se abrieron y la primera bo
mba atómica se libera del anclaje”.
En la estación de radio, el anunciador Furuta graba el texto recibido y lo comienza a pasar:
“¡Reporte del Cuartel General del Distrito Militar de Chugoku! Tres grandes aviones enemigos avanzan desde Saijo…” El mensaje no concluyó.
Lewis prosigue con sus anotaciones:
“08.16. A los 43 segundos del lanzamiento y tras casi seis millas de caída, la bomba detonó sobre Hiroshima”
(Continuará)
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