viernes, 29 de febrero de 2008

En una ciudad del sur...(última parte)

Hagan click si no leyeron la primera y la segunda parte

8:15 Un momento marcado a fuego en la memoria de los sobrevivientes. A la hora señalada las compuertas del Enola Gay se abrieron, unos segundos más tarde se abrían las puertas del infierno. La bomba explotó a 600 metros de altura, creando una gigantesca bola de fuego de casi 300 metros de diámetro (ver maqueta debajo con la bola de fuego roja) y una todopoderosa onda expansiva que avanzaba a casi 400 metros por segundo. Al mismo tiempo la explosión irradió rayos calóricos y la invisible radiación hacia todas las direcciones. La destrucción fue instantánea, todos los edificios que estaban en un radio de 2 kilómetros a partir del hipocentro colapsaron y se quemaron completamente. Solo unos pocos de concreto se salvaron. Se creó una nueva palabrita: hipocentro, el punto en la superficie situado justo debajo de la explosión de altura. Si los edificios fueron destruidos totalmente…¿es posible imaginar lo sucedido con las personas que se encontraban allí?

Cuesta comprender la repetida afirmación de que las personas que murieron instantáneamente fueron afortunadas. Pero realmente fue así, los que sobrevivieron a los primeros segundos de la explosión se enfrentaron aturdidos al peor horror de la historia. ¿Hay forma de describir lo que vivieron? ¿Se puede transmitir lo que no tiene nombre? Las imágenes, esto es, las suscitadas por los relatos orales y los dibujos realizados por los sobrevivientes, son escalofriantes. En tonos marrones, rojizos, negros, aparece una y otra vez el mismo paisaje, personas caminando como zombies con su piel quemada colgando a jirones, otras que se arrastran para tomar agua de un río de cadáveres, gente por doquier pidiendo ayuda sin obtener respuesta, madres desesperadas que no pueden socorrer a sus hijos atrapados en la casa que arde.

Recreación del infierno atómico, Museo de la Paz de Hiroshima

Además del sufrimiento físico y el dolor emocional de haber perdido a los seres queridos se sumaba la incertidumbre: ¿Qué había pasado? Una de las sobrevivientes se encontraba en la ciudad aunque a un par de kilómetros del hipocentro. Era una estudiante de secundaria que en el momento de la explosión estaba manejando un tranvía, era el servicio que le había sido encomendado debido a la escasez de empleados masculinos adultos. Cuando todo explotó ella pensó que había sido la causante, de que había hecho algo mal en el tranvía o se había llevado algo por delante.

Al menos sobrevivió, esa no fue la misma suerte que corrieron la mayoría de los estudiantes que habían sido asignados a tareas de demolición en las zonas cercanas al hipocentro. De los 8400 adolescentes asignados ese día, 6300 fueron aniquilados. Se encontraron algunos uniformes de los mismos, pero el objeto que más conmueve es una cajita metálica con los restos carbonizados de la vianda que llevaba una muchacha de 13 años, Shigeru Orimen. Esos elementos fueron los que permitieron el reconocimiento de los cadáveres, ya que la gran mayoría de la zona cercana al hipocentro estaban carbonizados, desfigurados o incompletos. Algunos literalmente parecen haberse desintegrado, dejando apenas una sombra en el lugar donde se encontraban, como la de la persona que estaba sentada en la escalinata del banco esperando que abriera (la misma fue donada al Museo por el banco).


La zona del hipocentro, antes y después de la explosión

Foto tomada a las 11 del 6 de agosto, a 2 kilómetros del hipocentro

La zona del hipocentro, fotografiada a dos meses del ataque

Con el correr de las horas los sobrevivientes comenzaron a darse cuenta de que lo que había sucedido estaba fuera de todo lo conocido hasta entonces. Esa pequeña certidumbre contrastaba con la fuerza de un enemigo mortal invisible que atacaba sin piedad no solo a los que habían sobrevivido, sino a aquellos piadosos que se habían salvado de la explosión por haber estado a una distancia considerable pero que se dirigieron inmediatamente a la zona de desastre para ayudar a socorrer a los heridos. Personas aparentemente sanas en los primeros días después de la explosión, comenzaron un tiempo más tarde, entre algunos días y varias semanas, a perder el pelo y a expeler sangre por la boca y la nariz. Nadie podía ayudarlos. Morían sin cesar en los hospitales. Se desconocían los tratamientos y además pasó bastante tiempo para que pudieran llegar los elementos adecuados para ello. Hasta el día de hoy, las secuelas dejadas por la radiación siguen llevando gente a la tumba antes de tiempo.

Hiroshima: una historia que no termina

Al ver Hiroshima hoy, una ciudad nueva y moderna, parece mentira que haya sido totalmente desvastada hace poco mas de 60 años. La bomba mató casi 140.000 personas y dejó terribles secuelas físicas, genéticas y psicológicas en miles y miles de sobrevivientes. Parece mentira que el gobierno y buena parte de la población norteamericana siga justificando semejante acción, afirmando que era la única forma de terminar en forma rápida la guerra, y evitando así el desembarco de tropas norteamericanas en las islas, hecho que hubiera acarreado un gran número de bajas. ¿Se puede justificar algo así? Aunque Hiroshima sigue mostrando al mundo entero y a quien quiera ver el terrible dolor sufrido hoy hay países que festejan el desarrollo y las pruebas nucleares. ¿Que nos pasa como seres humanos? ¿Que nubla nuestro entendimiento?

-El gobierno norteamericano deliberadamente evito bombardear la ciudad antes para conocer la magnitud de la destrucción del la bomba.

-Deliberadamente no emitió ninguna advertencia antes de tirar la bomba.

En 1995, en el Museo de Washington se presentó una muestra que exponía al Enola Gay, Había sido restaurado y expuesto para el público. El mismo avión se había utilizado para el reconocimiento necesario para el ataque atómico contra Nagasaki 3 días después de Hiroshima. El piloto del avión, Paul Tibbets, se muestra satisfecho y orgulloso sobre la muestra. Los encargados del museo se mostraron sorprendidos cuando recibieron un email del alcalde de Hiroshima sosteniendo que la muestra era una justificación a las armas nucleares y una ofensa a las victimas y a los que aun hoy sufren sus consecuencias.

Circulan versiones que sostienen que los tripulantes del Enola Gay se suicidaron o se volvieron locos luego de darse cuenta de lo que habían hecho, muy por el contrario, en entrevistas posteriores que se le han hecho, se muestran muy orgullosos de haber cumplido la misión que se les había encomendado.

¡Qué difícil se vuelve escribir sobre esto! Cuando visitamos el Museo de la Paz de Hiroshima nos preguntábamos que enorme responsabilidad y criterio hay que tener para exponer al público los distintos objetos personales recuperados después del holocausto. ¿Hasta que punto mostrar para no caer en lo macabro por un lado o en el “suavizamiento” desmedido por el otro? Lo seguro es que en la segunda opción resultaría imposible comprender lo que pasó y mucho menos ponerse en el lugar de las víctimas. Las huellas presentes de la crueldad, ya sea un reloj, un triciclo, la escalinata de un banco o un uniforme de un estudiante, son apenas testigos mudos de una destrucción sin nombre.

El triciclo que conducía Shinichi (casi 4 años de edad), frente a su casa

situada a 1500 metros del hipocentro, cuando fue alcanzado por la explosión

Cuando se cumplieron 60 años de la bomba el alcalde de Hiroshima, pronuncio una "declaración de Paz", afirmando que la raza humana no tiene el vocabulario que se necesita para explicar fielmente lo grotescamente horrorosa que fue esa experiencia y suficiente imaginación para cubrir esa brecha. "nublando con auto indulgencia el lente de la razón con el cual deberíamos estar estudiando el futuro"

Luego de la explosión se dijo que ninguna planta o árbol crecería por más de 70 años, pero al poco tiempo el verde empezó a aparecer, y esto dio esperanzas a los sobrevivientes para continuar su vida y para comenzar la reconstrucción.

Hiroshima renació con gran vigor, hoy es una ciudad muy activa y con mucho verde: la fuerza de la vida que nació después de la tragedia. Los árboles que quedaron de ese momento, son monumentos a la vida y a la memoria de toda la humanidad.

lunes, 25 de febrero de 2008

En una ciudad del sur ... (Segunda parte)

Hagan click para ir a la primera parte

La investigación para desarrollar una bomba atómica comenzó durante 1939 en los Estados Unidos. La motivación la constituía el miedo de que la Alemania nazi la construyera primero. En esos momentos Japón estaba lejos de la mirada de los militares estadounidenses. En 1942 se lanzó el tristemente célebre Proyecto Manhattan, que llegó a emplear 120000 personas. Podemos ver en el mapa los centros involucrados en el proyecto. Los mejores cerebros del momento se dedicaron por completo a cumplir con el objetivo. Junto con las grandes corporaciones de la industria química, metálica, eléctrica, automotriz, petrolífera y de la construcción se realizó un gigantesco esfuerzo, al mismo tiempo que se invertían 2000 millones de dólares. Una suma extraordinaria, aún hoy. Efectivamente, la unión hace la fuerza, pero la irracionalidad luego la dirige hacia la destrucción.

Aunque los temores hacia Alemania con el transcurso de la guerra se desvanecieron totalmente (aunque afloró el horror del holocausto al final de la misma), la flecha ya había sido disparada. Esa fue la razón por la cual en septiembre de 1944, cuando la situación en Europa se empezaba a afianzar a favor de los aliados, el presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill acordaron que la bomba debía ser usada contra Japón. Inmediatamente, en Utah, un grupo especial bajo el mando del coronel Tibbets se formó y empezó a hacer los preparativos para el bombardeo con un avión B29. En el escenario de la guerra del Pacífico, recientemente los japoneses habían perdido las islas Marianas, era un sitio estratégico para poder bombardear Japón. Desde ese momento la caída japonesa se aceleró, la guerra submarina diezmó la flota mercante y dificultó muchísimo el abastecimiento. La propaganda oficial japonesa por supuesto seguía asegurando el triunfo, aunque la realidad era muy distinta, Japón estaba sin capacidad de respuesta. En febrero de 1945 cae Iwojima. En abril comenzaba la toma de Okinawa. Ese mismo mes muere Roosevelt. A partir de ese momento se convierte Truman en el responsable de la finalización del proyecto atómico.

En mayo de 1945 comienzan las reuniones del comité que elegiría el objetivo. En principio el criterio era seleccionar aquellas ciudades que por su topografía maximizaran el efecto de la explosión. Mientras tanto millones de japoneses, hombres y mujeres, niños y ancianos, tanto soldados como artistas, filósofos, campesinos y obreros continuaban la dura vida de los últimos meses de la guerra. Jamás imaginaron que un pequeño grupo de personas del otro lado del océano estaban decidiendo su suerte, como en un cruel juego de dados. La ciudad donde habitaban, donde habían crecido y disfrutado de los tiempos de paz se había convertido para el comité estadounidense en algo frío, un objetivo, un mero punto negro en el mapa. El 11 de mayo se reduce la lista de objetivos a 4: Kyoto, Hiroshima, Yokohama y Kokura. La lista cambiaría mas tarde. El 28 de mayo se prohibieron los bombardeos aéreos en esas ciudades con el fin de poder observar fielmente los efectos de la explosión. Sus ciudadanos pensaban que tenían una gran suerte, permanecían intocables mientras otras ciudades eran destruidas por los bombardeos incendiarios. Kyoto se sacó de la lista por su papel simbólico para el pueblo japonés. Como sede de la familia imperial y la corte durante más de mil años, su destrucción hubiera dificultado la ocupación del territorio.

Mientras el verano avanzaba, los últimos eventos de esta triste historia se desarrollan vertiginosamente. El 16 de julio de 1945 se realiza exitosamente el primer test en un desierto de Nuevo México. El 25 de julio se da la orden de arrojar la bomba. El mismo día llega el artefacto (foto derecha) a la isla de Tinian, en las Marianas. La tripulación del B29 se encontraba allí desde principios del mes. El 26 de julio se demanda la rendición incondicional de Japón. No hay respuesta. El 2 de agosto se define la fecha del 6 de agosto para arrojar la bomba, la última lista de objetivos potenciales tiene tres nombres: Kokura, Nagasaki e Hiroshima.



Llega el día fatal, a la 1:45 de la mañana despega el B29 que el coronel bautiza con el nombre de su madre: Enola Gay. Ironías humanas, en el vientre lleva la muerte, no la vida. El “Pequeño muchacho” (así habían bautizado a la bomba) que llevaba dentro iba a cegar la vida de miles de personas. El viaje duraba 6 horas y media. En la imagen inferior podemos observar el recorrido.














El blanco elegido en el caso de la ciudad de Hiroshima era (según la orgullosa tripulación), perfecto: un puente en el centro de la ciudad donde un río se divide en dos. En la imagen de la derecha podemos observar la claridad del blanco, el punto de encuentro de 5 líneas.

Imagen del puente en la actualidad, con el edificio a la derecha llamado Gembaku dome.

Mientras se desarrollaba el viaje, el copiloto Robert Lewis anotaba lo sucedido en un diario

“El Viejo toro (así le llamaba a Tibbets) muestra señales de haber tenido un día duro. Se merece una cabezadita”.

“04.25. Me pasa los controles del avión”.

“07.24. Tibbets habla. Sólo dice dos palabras: Es Hiroshima”.

Se había confirmado el objetivo, la suerte de la ciudad estaba sellada. En esas instancias, todo se resumía en una cuestión metereológica: si hubiera estado nublado sobre Hiroshima, le hubiera tocado el turno ese día a Nagasaki o Kokura. Mientras esto pasaba en el Enola Gay, en Hiroshima la noche había sido sobresaltada. A las 0:25 había sonado un alerta. A las 2:10 se levantó. Otra sirena suena a las 7:09, el descanso había sido muy corto. La provocó el avión de reconocimiento que inmediatamente le daría la información a Tibbets. A las 7:31 fue levantado el alerta. Los ciudadanos salieron de los lugares de refugio, públicos o privados, y se prestaron a comenzar el día. Muchos comieron el último desayuno. Un rato más tarde una campana sonaba en la Estación Central de Difusión de Hiroshima. Era un aviso urgente para ser emitido al aire del Cuartel General Militar de la ciudad.

En la foto de arriba podemos ver una maqueta del distrito más cercano al centro de la explosión, antes de la misma. En la parte superior se encuentra el blanco, fácilmente visible desde gran altura



Por este mismo cielo

pasó el Enola

Gay luego de

arrojar la bomba

Prosigue el diario de Lewis:

“08.14.El coronel nos ordena que nos coloquemos las gafas especiales Polaroid contra el fogonazo”.

“08.15, las compuertas del compartimento de bombas del Enola Gay se abrieron y la primera bo

mba atómica se libera del anclaje”.

En la estación de radio, el anunciador Furuta graba el texto recibido y lo comienza a pasar:

“¡Reporte del Cuartel General del Distrito Militar de Chugoku! Tres grandes aviones enemigos avanzan desde Saijo…” El mensaje no concluyó.

Lewis prosigue con sus anotaciones:

“08.16. A los 43 segundos del lanzamiento y tras casi seis millas de caída, la bomba detonó sobre Hiroshima”

(Continuará)

lunes, 18 de febrero de 2008

En una ciudad del sur...














En el sur de la isla principal de Japón, Honshu, hay una bonita, populosa y moderna ciudad. Recostada sobre una hermosa bahía, esta surcada por seis ríos. Es la sede principal de la fabrica Mazda. Llama la atención su dinamismo y energía. En el centro comercial hay inmensos shoppings y extensas galerías cubiertas repletas de negocios y gente caminando, comprando, trabajando y comiendo. Una red de modernos tranvías enlaza toda la ciudad. Un imponente edificio de 150 metros, el NTT Credo Motomachi Building domina el skyline de la ciudad, parece haber sido construido recientemente pero ya va a cumplir 15 años. A poco de estar nos hemos percatado de una ausencia: no se ven por ninguna parte edificios antiguos. Altas torres de oficinas, lujosos hoteles, museos y parques completan la estructura de esta ciudad sureña, que parece no tener pasado, parece haber sido construida de una sola vez, como sacada de la nada.

Por debajo de ese atractivo paisaje urbano se esconde una triste historia, quizás el mas oscuro episodio de la historia de la humanidad. En el mismo centro de la ciudad hay un parque, allí se encuentra la respuesta a esa contradicción. En un costado vemos el primer edificio que tiene más de 90 años, pero esta derruido. Se puede ver la estructura de hierro de lo que fue la cúpula, pedazos de mampostería están desparramados a los costados, es lo único que contrasta con un entorno tan moderno y ordenado. El edificio había sido inaugurado en 1915 como Salón de Exhibición Industrial de la prefectura, 30 años después se convertiría en uno de los pocos edificios sobrevivientes a la explosión de la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima una agradable mañana de verano.

El edificio sobreviviente se yergue como testigo mudo de la explosión y lo que prosiguió

El mismo edificio antes de la explosión

El carácter de la ciudad moderna no es muy diferente del previo a la catástrofe, al menos en cuanto a su dinamismo y energía. Hiroshima había sido fundada en el siglo XVI, y a finales del siglo XIX se había convertido en una de las ciudades más importantes en un Japón que se esforzaba por modernizarse, adquirir modos de vida occidental y jugar un papel de liderazgo en el este asiático. Esa circunstancia influyó en su desarrollo, ya que la guerra contra China comenzada en 1894 había impulsado su crecimiento económico, al mismo tiempo que la convertían en una base y puerto principal para el embarque de tropas con destino al continente. Hacia 1920 Hiroshima ya contaba con los servicios de una ciudad moderna, una red de tranvías (la predecesora de la actual) y un avanzado planeamiento urbano. Así adquirió un perfil industrial, militar y también educacional: la educación básica en 1900 alcanzaba al 99 % de la población en edad escolar. En las primeras décadas del siglo XX se habían fundado y establecido varios institutos educativos dándole a Hiroshima el mote de “ciudad de la educación”.

A partir de 1935 el militarismo fue creciente y se notaba en la radicación de bases militares en la ciudad, llegando a alcanzar el 10 % de su suelo. En 1937 comenzó la segunda guerra chino-japonesa, luego vendría el ataque a Pearl Harbour en 1941. Con el comienzo de la guerra del pacífico, el estado militarista movió a la población entera a un largo sacrificio para poder ganarla. La necesaria racionalización de los recursos hizo que se implementaran bonos y cupones para cambiar por ropa, azúcar y otros artículos de primera necesidad. Pequeños lujos eran considerados una aberración y se realizaban continuas colectas entre la población para juntar metales con el fin de fabricar armas. Los niños de la escuela primaria fueron enviados a vivir en forma colectiva en templos rurales, una especie de evacuación de larga duración. Debajo vemos uno de esos sitios, algunos familiares han ido a visitar a sus hijos.

La gran cantidad de conscriptos y muertos por la larga guerra obligó a los jóvenes de la escuela secundaria a sustituir la mano de obra en huertas y granjas con el fin de mantener una producción de subsistencia. Todo eso estaba organizado por el gobierno a través del municipio como un servicio civil, se denominaban “Cuerpos de servicio estudiantil”. Muchos trabajaban en fábricas de suplementos militares, otros atendían incluso servicios municipales como conducir tranvías por ejemplo. Un grupo bastante grande se encargaba de tareas de demolición: como toda ciudad japonesa de entonces tenía la mayoría de sus casas realizadas en madera, los crecientes bombardeos incendiarios en varias ciudades de Japón habían impulsado la tarea de crear amplias avenidas cortafuegos de 100 metros que atravesaban la ciudad. El 6 de agosto de 1945, 8400 estudiantes de secundaria habían sido movilizados para trabajar en los sitios de demolición liderados por sus maestros cuando…


(Continuará)

Ir a la segunda parte



viernes, 8 de febrero de 2008

La naturaleza en la piel

Recién acabamos de volver de un festival que organiza la municipalidad de Nagano. Allí vestida con un kimono formal que se llama furisode. Ese tipo de kimono es que el usan las mujeres solteras, por eso son muy llamativos. Además se reconocen porque las mangas llegan casi hasta el piso.
Durante la presentación tuve que realizar un nudo del obi (la faja ancha que sujeta el kimono) llamado nishudaiko. Es muy complejo y formal.
Todo el kimono estaba bordado con motivos de la naturaleza, como flores, pájaros y otros diseños por el estilo. Como podrán ver en el video debajo, los kimonos son verdaderas obras de arte. Su costo es altísimo pero vale la pena, realmente no tienen precio. Por esa razón las mujeres lo alquilan para usarlo en ocasiones especiales.



Importante: debajo de nuestro video aparecen otros que el servicio de You Tube relaciona automáticamente pero que no son propios y pueden no tener nada que ver.

domingo, 3 de febrero de 2008

Miyajima: la isla sagrada

A pesar del frío, salía el sol, el día iba estar lindo. Emprendimos nuestro viaje en el street car o tranvía moderno desde Hiroshima hasta el puerto, que se encuentra a unos 30 minutos.

Para el pueblo japonés la isla de Miyajima no es una isla cualquiera, la consideran sagrada desde tiempos inmemoriales y ha sido resguardada por todos los gobernantes a lo largo del tiempo.


La isla lleva el nombre del santuario, Itsukushima, pero popularmente se la conoce como Miyajima, que significa "isla santuario". Se encuentra en el mar interior de Japón, como si estuviera abrazada por la bahía, el entorno es muy hermoso. Es posible que debido a su belleza natural los antiguos pobladores de Japón la hayan venerado como asiento u hogar de los kamis o dioses, según la religión nativa del Japón.

Llegamos a la isla a través del ferry y apenas desembarcamos tuvimos una graciosa recibida: los ciervos. Una de las atracciones naturales del lugar son estos animales que vagan libremente por todos lados. También constituyen un peligro ya que hay carteles por todas partes advirtiendo de cuidar las pertenencias porque a los ciervos les gusta "robar" y comer todo tipo de cosas, ¡hasta papel!

A continuación nos dirigimos a visitar el famoso santuario construido alrededor del siglo VI. En el siglo XII la poderosa familia Taira lo reconstruye. La estructura que se encuentra hoy data del 1571.

El santuario esta dedicado a tres diosas del mar: Ichikishima, Tagori y Tagitsu. La tradición dice que viven en el sanctasanctórum, la capilla interna del santuario.










Santuario Itsukushima durante la marea alta

El santuario esta construido sobre la playa de la isla. Tiene la peculiaridad que cuando la marea sube, la estructura de madera parece quedar suspendida, como flotando sobre el agua. Fue realizado según el estilo shinden. Este estilo arquitectónico era característico de la mansiones cortesanas de Kyoto durante el periodo Heian (794-1185) y se caracterizaba por un complejo de edificios conectados entre si por largos corredores techados abiertos por los costados (foto derecha). Estos edificios estaban rodeados por un amplio estanque.


Esta construido en madera y pintado de rojo. Se compone del santuario principal, varios edificios secundarios, un escenario (foto izquierda) donde se realizan obras de teatro Noh y otros espectáculos, corredores y puentes que conectan los diversos edificios.


Completa la belleza del paisaje el gran Otorii ubicado enfrente del santuario. Los Torii son portales que indican la entrada a un recinto sagrado y los encontramos a la entrada de todos los santuarios shintoistas. En el caso del Torii de Utsukushima encontramos apropiadas las palabras de Satori Bhante, autor del libro “El Shintoismo”:

“…aunque los torii, símbolo central y típico del shintoismo, dan acceso a los distintos sectores del templo, en este caso tiene una función mas coherente con el espíritu original del shinto, que concibe poéticamente todo el espacio como un vasto templo habitado por los kamis...”

El Otori esta construido en madera de alcanfor, los primeros se construyeron en el período Heian, la estructura presente data de 1875. Es sin lugar a dudas el símbolo de la isla. A la izquierda y debajo vemos el Otori con la marea baja. Cuando la marea sube, también queda igual que el templo suspendido: parece flotar sobre el agua.

Siguiendo nuestro recorrido nos dirigimos hacia el monte Misen, en el centro de la isla. Miyajima posee muchas bellezas naturales y en nuestro camino de ascenso pasamos por el bosque de momiji o arce japonés que en otoño se tiñe de diferentes tonos de rojo, pintando un cuadro paradisíaco. Desgraciadamente no tuvimos la oportunidad de verlos así, nuestro viaje fue en el avanzado invierno y los árboles ya habían perdido las hojas. No solo ciervos encontramos en nuestro camino sino también gran cantidad de monitos vagando por ahí, como el que parece contemplar el paisaje a la derecha. El monte Misen es el pico mas alto de la isla, alrededor de 530 metros, en su cima hay un mirador que ofrece una vista privilegiada. Desde ahí arriba pudimos contemplar el hermoso paisaje marítimo que se extiende en todas las direcciones. Se puede ver el mar interior, la ciudad de Hiroshima (izquierda) y la gran isla de Shikoku, que es la que se encuentra enfrente de Honshu, la isla principal y más grande del archipiélago de Japón.


Al regresar de nuevo hacia la playa quedamos sorprendidos al ver el nuevo paisaje: bajo la luz del atardecer la marea había subido y el santuario junto con el Torii se encontraban ahora con sus cimientos debajo del agua.

El sol cae sobre el puerto de la isla