En la última década se ha popularizado el conocimiento del Feng Shui, la geomancia china. Al igual que su similar chino, la palabra japonesa Fu Sui significa viento y agua respectivamente. Con esas alusiones a elementos naturales esenciales, tanto chinos y japoneses concibieron una ciencia que se encargaba de determinar la forma energética y el mejor lugar para edificar una casa, situar una tumba, desarrollar un jardín o diseñar una ciudad entera, dentro de su entorno artificial o natural. La geomancia entiende al ser humano dentro de una concepción holística del cosmos, concibiéndolo como una pieza integral de la naturaleza y sus campos de energía.
En la geomancia china el principal instrumento es el “compás” geomántico, el cual simboliza una reproducción del cosmos, una especie de mandala chino, una representación simbólico-iconográfica del universo. Esta dividido en 3 niveles, cielo, hombre y tierra. Ese mandala lo podemos ver en el plano del Templo del Cielo, la foto arriba a la derecha. Debajo a la izquierda podemos observa el famoso palacio imperial de la Ciudad Prohibida, en Pekìn.
La geomancia práctica se asemeja a una acupuntura de la naturaleza, y la acupuntura a una geomancia del cuerpo humano, según lo describe el arquitecto Gunter Nitschke en su libro “El jardín japonés”. Es la noción del acto reflejo, cielo y tierra, ser humano y naturaleza, es una concepción holística. Para darnos una idea de la importancia que se le dio a esta disciplina, bajo el reinado del emperador Temmu la geomancia incluso se convirtió en asunto de estado, había una central de inspección llamada la oficina del Ying y el Yang. De esta integración de lo que percibimos como “diferentes” planos de la realidad, incluyendo el tiempo, se constituyó el arte de la geomancia.
Japón poseía un arte geomántico particular antes de la importación del Feng Shui de China. Estaba ligado al sistema religioso-agrícola del cultivo de arroz y comprendía las relaciones entre los kamis de la montaña, la gente de la aldea, el campo de cultivo y el santuario situado en el punto de contacto entre lo divino y lo humano. Pero ya en la antigüedad la consolidación de un poder centralizado bajo el emperador hizo que se adoptarán varios aspectos de la cultura china, que era tomada como un referente, un modelo a seguir.
La primera capital más o menos estable erigida según ese modelo fue la de Asuka, en el siglo VII. A partir de ese momento se fue trasladando hacia el norte en forma regular y no solo eso: se adoptó el modelo cuadriculado de las ciudades imperiales chinas. La primera de tales emplazamientos fue Fujiwara (fines del siglo VI, luego vendría Heijo (la Nara actual) 710-784 y finalmente Heian-kyo, o capital de la Paz y la Tranquilidad. En 794 se convirtió en el asiento del gobierno imperial y dio comienzo a un nuevo periodo de la historia japonesa que lleva el nombre de la ciudad: periodo Heian.
Tanto los jardines, como los palacios y las ciudades de China y Japón se orientan en lo posible mirando hacia el sur. Los chinos creían que todo el poder procedía de lo alto, del cielo, y no lo concebían como un ser personal. El intermediario, el que producía el equilibrio de esa fuerza tremenda y nuestro mundo era el emperador. Por eso se lo compara con la estrella polar, el movimiento de las constelaciones parece ser una rueda alrededor de ese centro fijo de la estrella, a su vez, el soberano celeste. Aquí en la tierra todo gira alrededor del emperador, que se sitúa en su palacio erigido en el norte de la ciudad.
Actual trono del palacio imperial de Kyoto.
Desde allí, una ancha avenida separa en dos la ciudad, mejor dicho se conforma como su eje, su columna vertebral. En el caso de Kyoto, la avenida tenía 85 metros de ancho. Podemos observarla en la fotografìa de la derecha y debajo. Otra avenida un poco más ancha cruza perpendicularmente la ciudad por el frente sur del recinto palaciego. Una diferencia de las ciudades imperiales japonesas con respecto a las chinas es la ausencia de murallas, eso se debe a su aislamiento del continente.
Maqueta del recinto imperial de Kyoto, se puede observar la traza de la avenida
que comienza en el portal sur del complejo.
Ya que estamos con las cuestiones de protección, tanto las ciudades como las tumbas debían adoptar una configuración geomántica tipo sillón, rodeadas por tres costados (el respaldo y los dos apoyabrazos) por montañas. En chino la palabra que denomina esta forma es Xue, que significa cueva o refugio. El mismo ideograma de Xue se usa para designar el punto de acupuntura. La ciudad de Kyoto cumple con esos requisitos: se encuentra en un valle y rodeada por tres costados de montañas de alrededor de 1000 metros. Hacia el norte encontramos las montañas Tamba y en el noreste la altura máxima: el Monte Hiei. Según el feng sui había que conjurar la dirección mas nefasta: el noreste. En el caso de Kyoto entonces, el monte Hiei protege a la ciudad de los fríos vientos invernales que provienen del noreste.
El monte Hiei se insinúa en el horizonte y complementa el marco del jardín zen del templo Shodenji.
Estas montañas no solamente daban a los jardines, templos y palacios un hermoso marco, mantienen una especie de microclima con altos niveles de humedad, lo cual favorece el crecimiento del musgo, uno de los elementos distintivos de los jardines. Las montañas también proporcionan abundantes fuentes de agua que son utilizadas en los jardines. Tres ríos atraviesan Kyto: el río Katsura por el oeste, el río Kamo por el este y el río Uji por el sur. Ellos encarnan la presencia del elemento agua, y por ende de la abundancia y la prosperidad que va unida a ella, no olvidemos que estamos hablando de sociedades netamente agrícolas. Así se completa el esquema de armonía entre el viento y el agua, y la mejor evidencia de ello es la Kyoto moderna, una ciudad con 1300 años de historia donde conviven un millón y medio de personas.
La configuración urbana de la ciudad inicial se reproducía a escala menor en las villas aristocráticas y palacios, con jardines ubicados en el sur de las edificaciones. Los pabellones “abrazaban” a los jardines, ya que de los extremos del edificio principal situado en el norte procedían dos extensas galerías que delineaban el jardín por el este y el oeste. Eso al menos sucedía en la época Heian, comprendida entre fines del siglo VIII y fines del siglo XII: De esa época data el sakuteiki, el manual de jardinería más antiguo que se conoce. El texto está lleno de alusiones geománticas, una de ellas se refiere a la ubicación de la casa o pabellón con respecto al curso de agua, este constituye un elemento indispensable del jardín y alimenta al estanque. La ubicación favorable era la que estaba rodeada por el recorrido del río, arroyo o curso de agua canalizado. Así habla el Sakuteiki:
“Considera un lugar rodeado por el meandro de un río como el vientre de un dragón. Feliz aquel que construya su casa sobre el vientre del dragón. El que construye su casa sobre la espalda del dragón está desafiando al destino…”[1]
La obediencia a esa indicación, que no es ni mas ni menos que la búsqueda de la armonía entre arquitectura y naturaleza, sobrevivió al paso del tiempo. Ejemplo de ello es la disposición de los pabellones del templo Tenryuji en Kyoto y que podemos observar arriba. También lo podemos observar en el jardín de la villa imperial de Katsura, en Kyoto, situado al margen del río del mismo nombre. Fue realizado entre los años 1616 y 1660. Todos los edificios se encuentran en los diferentes “vientres de dragón” que delinean los brazos del estanque. Es una villa de ensueño, uno de los más bellos ejemplos de la estética japonesa, perfecta integración de obra humana y naturaleza.
Representación de la villa Katsura
[1] En El jardín japonés por Gunter Nitschke, pág.36, traducción de Carmen Sánchez Rodríguez.
2 comentarios:
Tienes un blog muy interesante, y por lo que alcanzo a ver lees y te informas bastante para escribir... Felicitaciones, es un gran trabajo.
Hola!
me parece hermoso tu blog, voy a pasar mas seguido... realmente muy bonito.
Pasate por el mio si queres.
Besos
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